Hoy nos gustaría hablar sobre el concepto de conformidad e inconformismo. Ra dijo que el adepto es aquel que se ha liberado de las restricciones de los pensamientos, opiniones y vínculos de otros yos. Q’uo ha dicho que el camino espiritual es muy personal e individual. Sin embargo, parece como si necesitásemos ser capaces de entendernos y relacionarnos con los demás, y ellos con nosotros, para poder servirles eficazmente. Por favor, ¿podríais hablar sobre esta dinámica entre la conformidad y el inconformismo en el camino espiritual del servicio?

(Canaliza Jim)

Soy Q’uo, y os saludamos a cada uno de vosotros en el nombre del Creador Uno Infinito, en el amor y la luz que emanan del Único Creador. Es para nosotros un gran honor que nos hayáis pedido que nos unamos a vuestro grupo esta tarde, en la que os habéis reunido como buscadores de la verdad para abrir vuestros corazones y vuestras mentes los unos a los otros en este camino de búsqueda, y para pedir la intervención de aquellos que como nosotros nos ofrecemos en esta oportunidad de serviros, ya que hemos recorrido el mismo camino que ahora recorréis, y hemos avanzado un poco más, digamos, en este camino; y forma parte de nuestro deseo seguir avanzando por este camino que nos trae aquí esta tarde, porque progresamos en nuestra propia evolución a medida que somos capaces de servir a entidades como vosotros, tendiendo una mano atrás, digamos, y ofreciéndoos ayuda para que podáis avanzar en vuestra propia búsqueda. Así, cada porción del Único Creador sirve a otras porciones del Único Creador ayudándolo a conocerse a sí mismo de maneras que no serían posibles si no fuera por el libre albedrío ejercitado por todos aquellos que viajan por este camino, al igual que vosotros ahora ejercitáis el vuestro.

Esta tarde nos habéis hecho una consulta muy interesante, una que está llena de paradojas. A medida que el buscador de la verdad avanza más y más a lo largo de su camino de búsqueda de la verdad, en todas sus experiencias, hay un momento durante el cual el buscador se encuentra aparentemente tan apartado de la cultura que le rodea que le parecería que se estuviera separando de esta cultura. Su propio viaje interior es único, y requiere que siga los impulsos del corazón y de la intuición más que los de la mente, que está tan fascinada y atrapada dentro del ámbito cultural que permanecer en el nivel mental tan estrechamente asociado con esa cultura es pedirle al buscador de la verdad que deniegue los impulsos interiores que la mueven siempre hacia adelante y hacia el interior en este viaje del alma. A tal buscador, cuando mira el mundo a su alrededor y la cultura de la cual surgió, mucho de lo que hay le parece que no forma parte de este viaje. Por eso, deseoso de servir a cualquiera que se lo pida, a menudo se siente perplejo en cuanto a cómo proceder para servir a los demás y, sin embargo, ser a la vez leal con su yo interior.

En estos momentos, quisiéramos transferir este contacto al que conocemos como Steve. Somos los de Q’uo.

(Canaliza Steve)

Soy Q’uo, y estamos con este instrumento. Con respecto al yo interior, os pedimos que penséis en una sencilla pregunta—una pregunta sencilla, como decimos, pero para la cual hay pocas respuestas inmediatas. La pregunta es ésta: “¿Quién eres realmente?” Ahora bien, resulta que todo el mundo ya posee abundantes recursos a la hora de responder a tal pregunta, pues todo el mundo tiene una abundante provisión de elementos de la personalidad que ha ido acumulando a lo largo del camino de la experiencia de vida. Por ejemplo, vosotros sabéis cuál es vuestra pertenencia étnica, cuál ha sido vuestra formación religiosa, y sabéis mucho sobre la cultura en la que os han inculcado vuestros valores. Por lo tanto, estáis bien provistos de opiniones y perspectivas, y también de un sinfín de iniciativas que podéis llevar a cabo a medida que buscáis llegar a ser un yo mejor, y a medida que buscáis compartir las riquezas de vuestro yo con aquellos a vuestro alrededor a quienes habéis llegado a amar, a quienes habéis llegado a respetar y a cuyas necesidades habéis sentido el impulso de servir. Todos estos elementos constituyen una tela muy ricamente tejida del yo en la que, a través de los años de vuestra vida, habéis llegado a confiar, y habéis aprendido a usar como una prenda cómoda.

Pero ahora resulta que os adentráis más y más profundamente en un tipo de búsqueda que no es meramente la de la modalidad del cuerpo, o la de la modalidad de la mente, sino más bien la de la modalidad del espíritu. A medida que os adentréis más profundamente en esta modalidad, os diríamos que descubriréis que este cómodo abrigo de muchos colores en el que vosotros mismos habéis participado tejiéndolo, empieza a sentaros cada vez menos bien, empieza a mostrar los codos desgastados, digamos, un puño deshilachado, y finalmente os queda bastante claro que el yo que siempre habíais sabido que erais, ya no es un yo que podáis seguir siendo. Y os diríamos que esta experiencia es muy dura, ya que, de hecho, es la experiencia más dura que podáis tener, pues no puede haber proceso más difícil de sobrellevar que el de despojaros del sentido del yo que durante tanto tiempo habéis llegado a aceptar como la única respuesta verdadera y adecuada a la pregunta: “¿Quién soy yo?”.

Os pediríamos que nos acompañéis por un momento, y que examinéis esta cuestión del sentido del yo, porque os diríamos que está compuesta de muchos componentes que, de hecho, no tienen nada que ver con el yo. Y la mayoría de estos componentes han sido extraídos, de una manera u otra, de vuestro entorno, es decir, del complejo de energía social que os rodeaba como en penumbra a medida que crecíais, a medida que entrabais en el vuestro, a medida que aceptabais vuestro lugar dentro de vuestra sociedad, a medida que aprendíais a diseñar y formular vuestras aspiraciones de lo que podríais llegar a ser, y de cómo podríais servir a los demás.

Y así, en la senda de la búsqueda espiritual, os puede parecer un momento de lo más desafiante aquel en el que aprendéis que todo aquello que habíais asumido como fundamento de lo que sois, ya no puede sostenerse por más tiempo. Ya no puede servir por más tiempo para aquello en lo que necesitáis convertiros, y eso significa que debéis permitir que se desprenda como si os despojaseis de prendas que ya no os caben, o de una epidermis que se ha vuelto demasiado gruesa, o si podemos hablar más intrínsecamente aún, de un ego que ha llegado a ser demasiado restrictivo para con ese yo que, cada vez más, vosotros mismos sentís nacer.

El ego, como sabéis, es en gran medida una combinación de dos factores. Por un lado, es un factor que nace de la aceptación e imitación de las posibles manifestaciones de la personalidad que se encuentran en vuestro entorno. Podéis imitar a vuestros padres, imitar a vuestros hermanos y hermanas, o a vuestros compañeros, o a vuestros maestros, o a alguna figura cultural célebre. Todos estos modelos para procesar vuestra experiencia a la luz de las opciones propuestas están a vuestra disposición como parte del efecto que vuestra cultura ejerce sobre vosotros.

Ahora bien, se hace evidente que desde el comienzo de vuestras vivencias, primero con una, luego con otra, y luego otra más de estas posibles personalidades, que éstas no terminan de encajar con lo que, cada vez más, estáis empezando a percibir que debéis ser. Y aprendéis cada vez mejor a reconocer que estas personalidades son inapropiadas, y que en realidad son muy distorsionadoras como imágenes que pudierais proyectar para mostrar al mundo ese sentido de uno mismo que estáis aprendiendo a considerar como propio.

Y así, como descubristeis que estas personalidades disponibles no coinciden con quienes deberíais ser, ya hace mucho que habéis aprendido a defenderos de estas incursiones, y estas incursiones se pueden hacer sentir muy intensamente, queridos amigos. Os juzgarán a cada paso que deis en vuestra sociedad. Podéis sentir la presión de la crítica en contra vuestra si no cumplís con lo que se espera y, por lo tanto, aprendéis desde temprana edad que vivir en sociedad está lleno de peligros. Ese pequeño, minúsculo yo que sois, es ¡ah, tan vulnerable!, y la gran diversidad de críticas arraigadas en vuestra tradición cultural se experimentan como otras tantas dagas que son, ¡ah, tan afiladas! Por eso, habéis aprendido a desarrollar lo que se conoce como “tener la piel curtida”, y esta piel de la que hablamos, está formada por resistencias—resistencias que calan tan profundamente que comienzan a entrecruzarse con aquellas posibilidades afirmativas de proyección de la personalidad que vosotros mismos habéis asumido.

Y así, estas dos dimensiones, la afirmativa y la resistiva, se combinan para formar una envoltura de personalidad, que no sólo os da el poder de interactuar de forma proyectiva, de interactuar de forma afirmativa, sino también os protege, si se nos permite citar al poeta, de “los golpes y las flechas de la injusta fortuna”.

De modo que ahí estás, un yo, y cada yo es una unidad del ser que se ha constituido a sí mismo. Ahí estás, un yo muy bien protegido y ricamente dotado de posibilidades de autoexpresión, ninguna de las cuales te pertenece en realidad. Y has renqueado a lo largo de tu vida dentro de esa envoltura de personalidad así constituida, hasta que llega un momento en tu búsqueda espiritual donde comienza a quedar claro que no podrás avanzar más sin someterte a un proceso de disolución de esa envoltura de personalidad.

Podemos sugerir que el hecho de que haya de llegar el momento en que se necesite esta disolución para poder proseguir, es una etapa normal del proceso de búsqueda espiritual en cada existencia individual. Se vuelve lo suficientemente reconocible para aquellos que han recorrido este camino antes que vosotros, como para haber adquirido una denominación, o muchas, en realidad. Podría llamarse “la noche oscura del alma”, podría llamarse “la muerte del ego”, podría llamarse “cruzar el abismo”, o “recorrer el laberinto”. Sin embargo, cualquiera que sea el nombre que elijáis, siempre se experimenta como un motivo de dificultad y terror, porque todos los usos que ha tenido este envoltorio de personalidad deben sacrificarse. Perdéis todo lo que creíais que tenías. Perderéis hasta la última referencia con respecto a quiénes sois cuando crucéis este abismo—hasta la última referencia, decimos, menos una. Y esa, amigos míos, es la clave para cruzar el abismo con éxito. La única referencia que tendréis en la noche oscura del alma es la resolución que podáis llevar con vosotros en la forma de una determinación fundamental por la que establezcáis la trayectoria de vuestra experiencia de vida en el futuro. El abismo, si se accede a él de cualquier otra manera, constituye una posibilidad de caer en la locura, de perder todo sentido de integración personal. Si vais a sacrificar todos aquellos elementos de vuestra personalidad que tan estrechamente unida a vosotros ha crecido, por así decirlo, debéis tener algo en reserva para llevarlo a cabo, y esa reserva, como decimos, está formada por la claridad de propósito, y la fuerza de la resolución en cuanto a lo que vais a ser.

Creemos que todos en este grupo son conscientes de que el hecho de elegir es lo que os permite decidir lo que será vuestro ego, vuestro yo estructurado, que podrá arrogarse todo el poder para sí. No importa si esa es vuestra elección, o lo que el resto del mundo diga, porque la fuerza de vuestra convicción viene enteramente de dentro. Si, por otra parte, vuestra elección es permitir la disolución de ese yo ilusorio, para que podáis ser de mayor servicio a otros yos, a la creación misma y al Creador, entonces comenzaréis a experimentaros a vosotros mismos como una finísima hebra de espíritu, que parece que cada racha de viento la va a hacer volar, que parece tan vulnerable que es casi inconcebible que pueda sobrevivir entre las tempestades de vuestra experiencia de vida, y mientras reflexionáis sobre esta pregunta, veis que lo único que tenéis en reserva es vuestro compromiso, vuestra resolución de que todo el significado de vuestra vida es el servicio a los demás.

Ahora bien, diremos que son pocos los que llegan al extremo de asomarse a este abismo desde el principio, y menos aún los que lo atraviesan con éxito hasta el otro lado. Y sin embargo, el abismo se vislumbra como un pasaje necesario que todos los que buscan intensamente deben afrontar, y puede haber indicios de que este abismo está al acecho, y estos indicios pueden ser, en sí mismos, tan aterradores que hagan que el buscador desista de su entusiasmo por la búsqueda, y retroceda, y encuentre una zona de confort donde abrazar de nuevo lo que le resulta familiar. No juzgamos a aquellos que sienten la necesidad de retroceder de esta manera, porque a veces, en buena medida, es prudente permitir que se acumulen los propios recursos para que uno llegue a tener en sus piernas el impulso necesario que lo lleve a través del abismo. Nadie puede entrar en esta experiencia sino en completa soledad.

Sin embargo, después de haber pasado por esto, volverá a surgir la pregunta: “Ahora, ¿cómo puedo ser de ayuda?, porque yo, que he recorrido este camino que me ha individualizado tanto, [ahora] ya no me siento parte del complejo social que durante tanto tiempo me había definido, ya sea de forma positiva, o bien de forma negativa como aquello a lo que me he resistido. Cuando se llega a un punto en el que ya no existe ni la ratificación ni la resistencia a este complejo social con su infinita variedad de matices, entonces se está en la tesitura de que los recursos de los que ahora se puede disponer son solamente los del espíritu. Decimos “solamente” porque aquí es donde la paradoja llega a su punto álgido porque, de hecho, se comprobará que el espíritu tiene más recursos de los que jamás podríais haber imaginado, y estos recursos se pueden invocar, se pueden manifestar de manera no forzada. Sólo necesitan que se les dé permiso, como a tantas floraciones del corazón abierto. No tienen por qué mostrar ostentación. De hecho, a menudo se da el caso de que el mejor servicio viene de tal manera que difícilmente lo nota alguien. Veréis, no es necesario que dejéis vuestra impronta si no hay nadie que la tenga por qué dejar. Podéis ser tan comedidos como una brisa de otoño. Podéis quedaros tan en silencio como una sinfonía que nunca se interpretará.

Ciertamente, cuando se abre el corazón a un servicio de esta clase, no se recibe gran respuesta. No sabréis si vuestro servicio ha sido para bien o para mal, y muy probablemente se dará el caso de que aquel al que pretendéis servir ni siquiera se dé cuenta del servicio que le habéis prestado. Pero tened buen ánimo, queridos amigos, pues cuando sirváis lo mejor que podáis con un corazón abierto, eso nunca será en vano, pues aquello que parece no dejar huella, no obstante encuentra infaliblemente su camino hacia su hogar en lo espiritual.

Sí, el camino del adepto, el camino del buscador espiritual es arduo, y podéis llegar a percibir, si os permitís hacerlo, que lo que estáis dispuestos a ofrecer no tiene cabida en la sociedad que os rodea. Pero, en la medida en que estéis dispuestos a entender que lo que podéis ofrecer no es cuestión de pensamiento correcto, o de información verdadera, o de perspectiva apropiada, sino más bien una cuestión, sencillamente, del amor de un corazón abierto, entonces no os podéis equivocar.

Y así, queridos amigos, con ese pensamiento vamos a dejar este instrumento y volver al que conocemos como Jim para ver si hay más preguntas a las que podamos prestar atención. Somos los de Q’uo. Adonai, queridos amigos, Adonai.

(Canaliza Jim)

Soy Q’uo, ahora de nuevo con este instrumento. En estos momentos, nos gustaría preguntar si hay otras cuestiones de las que podamos hablar.

Q’uo, me gustaría hacer la siguiente pregunta: Todos aquellos que no sean cosechables al final de la tercera densidad aquí en la Tierra, ¿comenzarán en el nivel donde lo dejaron en el siguiente planeta de tercera densidad al que vayan? ¿O esos seres tendrán que repetir todo el ciclo de 75.000 años? ¿O se incorporarán a un planeta de tercera densidad en una etapa posterior del ciclo que sea compatible con su propio nivel de iluminación?

Soy Q’uo, y estoy al tanto de tu pregunta, hermana. Todas aquellas entidades que avancen a través de la luz al final de su encarnación sobre esta esfera planetaria llevarán consigo su rayo violeta, que simboliza el equilibrio de todos los centros de energía dentro del complejo mente/cuerpo/espíritu, que se evalúa por la luz de la octava de creación representada por los portadores de luz, digamos, para que pueda determinarse su nivel de vibración. Entonces, si este nivel de vibración aún está dentro del rango de la tercera densidad, requerirá que todas esas entidades se muevan hacia otro planeta de tercera densidad que esté de acuerdo con su propia vibración particular. Así, tal como habéis deducido, estas entidades se moverán, no necesariamente en masa y hacia el mismo planeta de tercera densidad, sino que con la ayuda de sus propios seres superiores y guías elegirán un planeta de tercera densidad que esté de acuerdo con sus propias vibraciones. Puede ser un planeta que haya avanzado a través del primer ciclo de 25.000 años, quizás del segundo también, para que estas entidades puedan ubicarse dentro del tercer y último ciclo de 25.000 años, y puedan insertarse, digamos, en este ciclo, para continuar su aprendizaje de los caminos del amor, y abrir el corazón a todos los que las rodean. A algunos les parecerá necesario vivir dentro del segundo ciclo de 25.000, y a otros incluso les parecerá necesario comenzar al principio de un ciclo de 75.000, aunque esto es mucho menos probable, ya que aquellos que están encarnados ahora dentro de vuestra ilusión de tercera densidad, están aquí gracias a lo que se llama “la antigüedad de la vibración”, de modo que todos aquí tienen alguna esperanza de llegar a ser cosechados, si son capaces de abrir el corazón lo suficiente como para permitir que el amor interior se manifieste como servicio a los demás en al menos el 51% de todos los pensamientos, palabras y obras.

¿Hay alguna otra pregunta, hermana?

No de continuación a esta, gracias. Fue de mucha ayuda. Tengo otra pregunta muy breve. Una entidad en sexta densidad, ¿tiene todavía su yo superior como recurso? Y si es así, ¿hay algún momento en el que se fusionen o en el que el yo superior ya no sea necesario?

Soy Q’uo, y estoy al tanto de tu pregunta, hermana. De hecho es así, las entidades dentro de la experiencia de sexta densidad tienen lo que vosotros llamaríais un ser superior, lo cual ha sido referido por los de Ra como la totalidad del complejo mente/cuerpo/espíritu, que es un conglomerado nebuloso de experiencias potenciales de naturaleza vasta e inimaginable, y que se ofrece a la entidad de sexta densidad a mitad del nivel de la sexta densidad, de tal manera que la capacidad de avanzar más a lo largo de la línea espiral ascendente de luz que conduce a la unión con el Único Creador se ve incrementada por la utilización de esta vasta biblioteca de información e inspiración.

¿Hay alguna otra pregunta, hermana?

¿Hay algún momento en que el yo superior ya no sea necesario para la entidad de sexta densidad cuando se acercan a su meta, o siempre lo tiene como recurso?

Soy Q’uo, y estoy al tanto de tu pregunta, hermana. Discúlpanos por no abordarlo en la consulta inicial. Las entidades que avanzan a través de la sexta densidad y son cosechadas para la séptima densidad, que es la densidad de la eternidad, ya no necesitan de tal ayuda por más tiempo, aunque uno también debe tener en cuenta la paradoja de esta situación, en el sentido de que la totalidad del complejo mente/cuerpo/espíritu ha sido, en cierto modo, absorbido por el complejo mente/cuerpo/espíritu que se desplaza a través de la sexta densidad y entra en la séptima densidad. Eventualmente, todas las paradojas se resolverán a medida que la masa espiritual de todas esas entidades dentro de la séptima densidad se fusionen una vez más con el Creador Uno Infinito.

¿Hay alguna otra pregunta?

No, gracias, muchas gracias.

Soy Q’uo, y te damos las gracias por tus preguntas, hermana. ¿Hay alguna otra consulta en estos momentos?

Q’uo, es curioso que menciones la Ley de la Eternidad, porque hay una pregunta de M., del Grupo de Estudio de la Ley de Uno de Taipei. Ella hace notar que el ser de la sexta densidad aprende la Ley de Uno, y el ser de la séptima densidad aprende la Ley de la Eternidad, y se pregunta por qué habría otra ley que aprender después de la Ley de Uno. ¿Como es que esta otra ley llamada La Ley de la Eternidad parece reemplazar a la Ley de Uno en el esquema de la evolución?

Soy Q’uo, y estoy al tanto de tu pregunta, hermano.

La Ley de la Eternidad es simplemente una extrapolación de la Ley de Uno que se considera vigente más allá de esta octava particular de experiencia. Es, sencillamente, otro nombre para la misma ley, porque sólo hay una ley verdadera y esa es la Ley de Uno, aunque hay otras facetas de la Ley de Uno, tales como la del amor, la de la luz y la del eterno presente que se extienden infinitamente hacia adelante, e infinitamente hacia atrás, e infinitamente en todas direcciones. Así, aquellas entidades que experimentan la séptima densidad de la eternidad de todo lo creado están sencillamente experimentando una vivencia y una expresión más intensa de lo que conocéis como la Ley del Uno.

¿Hay una última consulta en estos momentos?

L. escribe: Ra dijo en la Ley de Uno que había 65.000.000 errantes, y sólo un pequeño porcentaje de ellos habían tomado conciencia de ello en 1981. Creo que ese porcentaje ha aumentado hasta hoy. ¿Podría Q’uo confirmarlo? ¿Hay algo que podamos hacer para ayudar a más errantes a que tomen conciencia de su verdadera identidad y misión? Gracias.

Soy Q’uo, y estoy al tanto de tu pregunta, amigo mío. De hecho, hay más errantes que han tomado conciencia de la realidad de su propia naturaleza como provenientes de otros lugares, por así decirlo. También hay más errantes que se han encarnado en esta esfera planetaria en los subsiguientes 36 años desde que el conocido como Ra proporcionó esas cifras. También están aquellas entidades con cuerpos doblemente activados, que son almas cosechadas de otros planetas de tercera densidad que han estado encarnando en este planeta desde principios de la década de los ochenta como vosotros la llamáis, que son de alguna manera errantes, pero que se convertirán en la población de esta esfera de cuarta densidad cuando se complete la cosecha.

Si observamos al conjunto de estos tres niveles de experiencia, digamos, los errantes más experimentados, los errantes más jóvenes y las almas con cuerpos con activación dual, en general puede decirse que aproximadamente un tercio de estas entidades se han dado cuenta de su naturaleza como provenientes de otro lugar y que han venido aquí con el propósito de estar al servicio de esta esfera planetaria a medida que atraviesa sus propias etapas de transición, otro tercio aproximadamente tiene la sensación de ser algo diferente de la mayoría de las entidades con las que se encuentran en sus actividades cotidianas y tiene la capacidad de profundizar en lo que se ha olvidado con más facilidad, mientras que el tercio final está más bien confuso, digamos, a sabiendas de que no encajan del todo en la cultura en la que se hallan y, sin embargo, no disponen de una orientación clara en cuanto a la forma de abordar estas diferencias o de hallarle sentido en su plano personal.

La ayuda a todas esas entidades, bien sean errantes, aquellos con cuerpos con activación dual, o aquellos de tercera densidad que procuran la cuarta densidad dentro de esta esfera planetaria, se hace simplemente aprovechando aquellas oportunidades que se os presenten para compartirlo de todo corazón y de cualquier manera que os sea posible. No se trata de elaborar un determinado procedimiento o plan para despertar a cualesquier entidad, sino que simplemente abráis vuestro corazón y vuestra mente a toda posibilidad que se os presente en cada momento, y ofrezcáis lo que tengáis que dar, según el momento lo requiera y os invite a hacerlo. Cada uno de vosotros tiene la capacidad de compartir el amor que lleváis dentro en todo momento, en vuestras meditaciones cuando lo irradiáis hacia los demás, en vuestras reflexiones cuando contempláis el día que tenéis ante vosotros y espera el momento en el que os incorporéis a él, y cuando lo recorréis para poneros a disposición de los que os lo pidan del modo que sea, quizás simplemente devolviendoles la sonrisa, dando indicaciones al que se ha extraviado, prestando oídos al alma afligida, dándoles todo lo que tengáis que ofrecer—de buena gana, abiertamente y por completo. Cada uno de vosotros es un maestro, queridos amigos. Cada uno de vosotros es un estudiante, y cada uno de vosotros puede ayudar a llevar a los demás al hogar. Es por eso que todos vosotros estáis aquí en estos momentos, en el Planeta Tierra.

Una vez más, queridos amigos, os agradecemos a todos por haberos invitado a reunirnos hoy con vosotros. Ha sido un gran honor y un privilegio. Al confraternizar con vosotros, observando la luz que hay en vuestro interior, el amor que emana de vosotros, nuestro propio ser se enriquece y os devuelve este amor y esta luz para que podáis compartirlo con los demás. Nos conocéis como los de Q’uo. Os dejamos ahora, queridos amigos, en el amor y en la luz del Creador Uno Infinito que reside dentro de cada uno de vosotros, y que está anhelante por surgir de vosotros para amar a los demás. Adonai, Adonai, Vasu Borragus.