Buscamos conocernos a nosotros mismos y al Creador, pero no sabemos cómo hacerlo, ya que tememos ser imperfectos en nosotros mismos y en nuestro entendimiento, e incapaces de ello. ¿Cómo podemos proceder?

Sé consciente de que el Creador es a menudo bloqueado o desterrado por las entidades de tercera densidad debido a la falta de conciencia del viaje que cada uno vino a hacer. Sin embargo, la Tierra nunca se aleja del corazón de la unidad, el amor y la concordia.

Te sugerimos que vuelvas a investigarte a ti mismo dentro de esta experiencia encarnacional. Cada entidad es todo lo que es hermoso y todo lo que no lo es. Sin embargo, cada entidad puede hacer muchas elecciones que la inclinen a ser una fuente amorosa y dadora de amor; porque al entregar la vida al servicio, la entidad se convierte en un milagro, en una maravilla. Que el yo llegue a conocer, respetar y amar a esta entidad cada vez más. Que esta entidad se convierta en el gran consuelo, protección y, sobre todo, compañía. Porque cuando el yo se da cuenta de su mismidad como un testamento viviente de elecciones amorosas, la entidad recibe el mayor regalo de todos: la verdadera amistad, la verdadera compañía. Esto no quiere decir que una entidad cuyo yo sea su mejor amigo vaya a parecer siempre impecable, sino que la amistad y la compañía de confianza deben comenzar con el yo, con todos sus errores autopercibidos. Al aceptar esta amistad, los poros de la piel espiritual se abren para beber el elixir del amor sentido y palpable. Cuando eres amigo de ti mismo, puedes relajarte en una soledad que conserva el consuelo de la verdadera amistad.

¿Podemos seguir hablando, hermana mía?

Estamos deseosos de entregarnos al servicio, pero sabemos lo limitados que somos y tenemos miedo de no poder lograrlo, de quedarnos sin el alimento del amor y la energía para servir. ¿Cómo podemos abordar esto?

Como espíritu no necesitas alimento. Como entidad en tercera densidad, el respeto por el yo encarnado sugiere un amor abrumador por esa oveja que debe ser alimentada para que pueda sentarse en perfecta plenitud de ser y permitir que la voz del espíritu fluya a través sin disminuir o agotar el yo manifestado de tercera densidad.

¿Hay alguna otra pregunta?

¿Cómo puedo aprender a amarme y aceptarme plenamente cuando veo en mí tantas imperfecciones?

Soy Q’uo. No nos resulta difícil amarte a ti misma. Contemplamos tu valentía mientras caminas en la oscuridad espiritual, tomando decisiones sólo por fe. Nos conmueve profundamente la valentía de quienes eligen expresar la manifestación cuando parece arriesgada y casi desesperada.

La solución a la falta de perfección percibida es tan sencilla que pasa desapercibida. Esta experiencia de tercera densidad se diseñó expresamente para que la perfección fuera bastante improbable. Es en el horno donde se templa el acero quebradizo hasta que se vuelve flexible, blando y fuerte. El espíritu de tercera densidad aprende en el horno del fuego autopercibido, el fuego de la imperfección siempre en curso, nunca decreciente. Si una entidad expresara la perfección en ésta, vuestra densidad, sería responsable ante todos aquellos a quienes tal encarnación llega a ser conocida. Tal responsabilidad está más allá de la intención de de su Yo Superior en este momento. Las imperfecciones de las que hablas son tus vínculos con aquellos a quienes deseas ofrecer amor sincero.

Hay un estado en el que la perfección puede ser bien realizada, y es el de sentarse en presencia del Creador infinito, el gran Pensamiento original o logos que es el amor. Esa perfección te hace un gran bien. Cuando estás en tabernáculo con el Infinito, allí puedes alimentarte de la perfección infinita que es el amor. Cuando abras los ojos, conserva ese compartir de perfección. Recuerda en cada momento esta perfección infinita, y permite que haga resonantes, profundas, amplias y espaciosas tus percepciones de los específicamente limitados y a menudo engañosos acontecimientos, entidades, relaciones y sucesos de tu continuo relativista tiempo/espacio. La perfección no ayuda, excepto cuando se encarna en entidades de tercera densidad; es decir, no ayuda al yo ni a los demás. Este horno de encarnación es el que quema la escoria. Aunque el corazón del yo es siempre perfecto, la manifestación encarnada del yo es útil, cada vez más, a medida que el yo percibe los pasos duros pero significativos y vacilantes de la voluntad guiada sólo por la fe.

Les hablamos desde una densidad en la que nos acercamos a lo que podrías aceptar como perfección; sin embargo, si estuviéramos en tercera densidad, nos habríamos convertido en un jugador de apuestas, ni más ni menos. Tu yo apuesta a que, a pesar de todos los fracasos autopercibidos, el yo no tendrá miedo ni se doblegará ante la indecisión, sino que elegirá amar, una vez más, ni más ni menos. Tanto si percibes al yo como exitoso o fracasado, perfecto o imperfecto, la intención quemará la escoria de la que eres tan consciente. Si puedes encontrar el valor para proceder con la esperanza de expresar amor, entonces serás tan perfecto como uno puede esperar al estar dentro de la confusión cargada de polvo de las percepciones de tu ilusión. No te dejes engañar por las percepciones de los sentidos o del intelecto, ambos fueron diseñados para abrazar la ilusión con exclusión de todas las cosas absolutas.

¿Podemos responder más, hermana mía?

Muchas gracias, Q’uo. Tengo una breve pregunta más. Necesito esperar. Creo que tendré más preguntas. Repasaré lo que me has dicho mañana y volveré a hablar contigo, porque no quiero pedirte que lo repitas. Ya me he perdido demasiado.

Tengo una pregunta muy breve. Cuando me relajé y dejé de intentar captar todas las palabras de K, ya que ella está haciendo señas de lo que Carla está canalizando, 1 hubo muchas veces en las que sentí que estaba captando el material sin leer los labios y que me llegaba telepáticamente; no con palabras como canalizo a Aaron, sino captando conceptos telepáticamente. ¿Es posible que estuviera escuchando las palabras, sólo telepáticamente, cuando me relajé y dejé de intentar leer los labios?

Soy Q’uo. Tal vez oigas nuestra risa. Sí, hermana mía, somos los conocidos por muchos nombres, pero sobre todo, [como] mensajeros del amor. Como complejos de memoria social, podemos hablar a cualquier entidad que esté sintonizada con nuestra frecuencia. Usted es, en efecto, un instrumento sensible, y estamos teniendo dificultades para evitar que este instrumento [Carla] sonría como un tonto porque somos tan felices; reímos de alegría. Te damos las gracias, hermana mía, por el placer de comunicarte con tu amado ser.

Yo soy Q’uo. Sentimos que esto es suficiente para este trabajo, y en este momento dejaríamos este instrumento y este grupo en el amor y la luz del único Creador infinito. Los saludamos Adonai. Se nos conoce como el principio, Q’uo.

He estado trabajando para aprender a valorar el ser en oposición al hacer. Es muy importante para mí porque mis capacidades físicas son cada vez más limitadas. ¿Tienes sugerencias sobre cómo puedo proceder mejor en esta línea de búsqueda?

Para mí es una gran bendición tener el privilegio de estar con ustedes esta noche y responder a sus preguntas. Antes de empezar, quisiera comentar que la luz que emana de esta sala es brillante y me parece muy hermosa. He comentado antes a Barbara y a Carla que no me veo obstaculizado por las restricciones del tiempo o del espacio y que realmente puedo experimentar la luz de esta sala en cualquier momento que elija, independientemente de si Barbara está utilizando sus sentidos. Sin embargo, a pesar de que ella percibe de manera diferente que yo a través de sus ojos y no está viendo la luz sino las caras, al experimentar mientras ella experimenta, puedo percibir el efecto de la energía de esta sala en su energía y tener una experiencia aún más profunda de la fuerza de la misma. Así, puedo ver a este grupo sin utilizar los sentidos de Bárbara; pero con sus sentidos añadidos, siento profundamente la energía que irrumpe.

Carla, estamos analizando tu pregunta sobre el ser frente al hacer, y me temo que hay algo que no acabas de entender. Al ser, estás haciendo. Esto vuelve a la misma verdad que compartí anteriormente. Los veo como luz, simplemente eso. Cada uno de ustedes irradia un patrón de luz muy hermoso y único. Cuando están siendo de la forma más pura posible para ustedes, permiten que esa energía universal fluya a través de ustedes y hacia fuera, de forma que se cargan con el amor del universo, con el amor de Dios. Entonces, la luz que se canaliza a través de ti se ve reforzada por tu propia energía interior, de modo que realmente hay dos fuentes de luz. Cada uno de ustedes es una chispa de Dios. Imagina la pequeña brasa y la gran hoguera. Sin embargo, esta brasa tiene tanto poder, es tan ilimitada, que ella misma es su propia fuente, así como un canal para la fuente universal. ¿Qué cosa más importante puedes hacer, de qué manera más profunda puedes servir, que magnificando ese amor y esa luz, simplemente permitiéndote ser un canal para ese amor y esa luz al ser? ¿Te imaginas que eres más un canal para ese amor cuando estás físicamente activo que cuando estás físicamente quieto? Así que la distinción no es tan clara como la estás haciendo, no es tan fuerte como la estás haciendo.

No funciona de la otra manera. Al hacer no siempre estás canalizando ese amor y esa luz tan claramente; más bien, estás utilizando tu energía, sintiendo que hay que hacer algo, que tú en ti mismo no eres suficiente. En cierto sentido, esto es de lo que Q’uo le estaba hablando a Barbara: empezar a comprender que eres ilimitado y que todo lo que fluye a través de ti se potencia. A medida que permites que esta energía fluya, el hacer se convierte simplemente en otra forma de ser. Pero mientras sea hacer por hacer, gran parte de la luz se pierde.

¿Quieres que te aclare esto antes de que continúe?

¿Qué opciones diferentes puedo elegir? ¿Puedes aclararme qué crees que tengo que elegir? Siento que cuando la gente me escribe, quiero darles algo que puedan sostener y escuchar.

Aquí ocurren dos cosas a la vez, Carla. Una es que para ti es una alegría poder servir a los demás de esa manera y, sin embargo, a veces te empujas más allá de tus cómodos límites físicos. Hay una cierta diferencia en dar por alegría y en sentir una sensación muy pequeña de: “Debería hacer esto”. ¿Puedes ver todo el juicio en ese “debería”? No niega ese aspecto de ti que quiere servir, pero ambas voces están hablando al mismo tiempo: el “quiero” y el “debería”. Debido a las asociaciones históricas dentro de esta encarnación para el “yo debería”, hay una agitación de la energía interior.

Bárbara te habló antes sobre mi descripción del jueves pasado de las formas en que la energía fluye a través de ti, las formas en que eres canal para la energía de Dios, del universo. Tan pronto como ese pequeño “yo debería” entra en él, es como una torsión de la energía dentro de tu cuerpo de modo que se convierte en un tumulto interior y no fluye a través de la misma manera. Lo que estoy describiendo aquí es, muy sencillamente, la forma en que veo los patrones de energía y luz; pero tu experiencia de esta falta de flujo es como un revoltijo en el estómago, quizás, o algún dolor físico incrementado. Hay una sensación de tensión. ¿Puedes empezar a separar el “quiero” y la alegría de ese servicio intencionado del “debería”? Es muy silencioso, sólo un susurro, pero es suficiente.

Cuanto más consciente seas de ese “yo debería”, más podrás reírte de él y decir: “¡Vaya, aquí viene otra vez el “yo debería”!”. Cuando puedes reírte de él, puedes recibirlo con mucho menos juicio, y entonces la energía sigue fluyendo a través de ti y no hay distorsión de esa energía. El “yo debería” es el hacer, y el “yo aspiro a” es el ser. ¿Te das cuenta? El conflicto no está en qué hacer, sino en la forma de hacerlo. Cuando el “yo debería” te empuja más allá de tus límites físicos, puede surgir el resentimiento y el dolor que lo acompaña.

Eres humano y no se espera que seas perfecto. Mientras estás en forma humana en esta encarnación, hay emociones. Querer deshacerse del cuerpo emocional es no aceptarse a uno mismo, porque el cuerpo emocional es una parte esencial del ser encarnado. Así que lo que se les está dando aquí es otra oportunidad para mirar el cuerpo emocional y abrazarlo, no para odiar ese aspecto de ustedes mismos. Cada uno de ustedes necesita purificarse en ese cuerpo espiritual y avanzar más en el camino espiritual en el que están; y eso es fácil cuando no están en encarnación. La encarnación ofrece la oportunidad de practicar cuando ese abrazo es más desafiante. ¿Miras al cuerpo físico y dices: “Esto es asqueroso y no lo quiero”, o intentas amarlo? Y es mucho más difícil aprender a amar la parte emocional del complejo corporal.

Me dirijo a los cuatro. ¿Puede cada uno de ustedes ver las formas en que han aprendido a aceptar el cuerpo físico más completamente que el cuerpo emocional? Es más difícil, pero hasta que no hayan aprendido a aceptar toda esa energía emocional en ustedes mismos, no podrán aceptarla en los demás. Eso es lo que están sintiendo. Sigo pidiéndole a Barbara que honre la encarnación. No puedes aprender el amor incondicional, la compasión y el perdón tan fácilmente mientras seas un espíritu, porque no existe la misma fuerza de las emociones en el plano espiritual. Así que aquí tienes la oportunidad de aprender.

Dirigiéndome de nuevo a ti, Carla, ¿puedes ver que no se trata de elegir cómo responder o si responder a las cartas de estos lectores, sino de cómo relacionarte con ese pequeño “yo debería” más amorosamente para que puedas empezar a relacionarte desde el ser completo, armonizando sus cuatro cuerpos? Una vez que has empezado a hacer eso -no deshacerte sino aceptar incluso el “yo debería”- te das cuenta de que no hay nada de lo que deshacerse. Cuando ya no es necesario, desaparece. Esta última idea no es original mía; cito a Q’uo. Y ese “debería” desaparecerá. Ahora sigue siendo necesario porque no has aprendido a aceptarlo. En ese momento, cuando desaparezca, comprenderás que realmente no hay diferencia entre ser y hacer. El hacer en su forma más pura es una forma de ser; y cuando estás siendo, siempre estás haciendo.

¿Tiene más preguntas?

Sí. Es que no sé cuál es la mejor manera de servir. Usted dice: “Cuando estás siendo siempre estás haciendo”, pero a menudo no puedo hacer nada. ¿Puede hablar de esto?

Me gustaría hacerle una pregunta antes de responder a esto. ¿Tus dudas se basan en no saber cuál es la mejor manera de servir o en el dolor físico que sientes cuando te obligas a responder, o en ambas cosas?

En lo primero.

Si te parece bien, Carla, me referiré a las dos cosas, ya que también hay una carga física que pesa sobre tu cuerpo.

Primero te pido que mires muy de cerca y veas los lugares donde el deseo de servir a otro dándole algo a lo que aferrarse proviene de un lugar puro de amor dentro de tu corazón, y donde el deseo de servir es para aliviar la sensación de indignidad. Ambos crean un drenaje físico en tu cuerpo por el sentido de “yo debería” del que acabo de hablar, por cualquier pequeño sentimiento que cree algún resentimiento. ¿Puedes ver que ambos existen?

Me gustaría que todos visualizaran la energía de ustedes como yo la veo. Cuando se sienten amorosos y permiten que su propia energía se canalice hacia los demás sin distorsión, sigue habiendo una distorsión mínima, la distorsión que es esencial para la forma humana porque como humano no podría haber una ausencia total de distorsión. Cuando cada uno de ustedes permite que esa energía se canalice dentro de la distorsión, el patrón de energía que veo salir del cuerpo se parece a los círculos concéntricos que aparecen cuando se arroja un guijarro a un estanque, cada uno de los círculos irradia hacia fuera. Cuando hay ira, codicia, resentimiento, odio, visualmente lo que veo son puntas afiladas como la imagen infantil del sol. Cuando hay una mezcla de amor y resentimiento, veo ambas cosas. Por eso, cuando estás en una habitación con otro ser y sientes la presencia de la ira de ese ser, no hace falta que te esté hablando para que conozcas esa ira. Cuando sientes la presencia del amor, no hace falta que haya palabras. Simplemente entras en la habitación y lo sientes. La ira y el amor son tangibles. Ahora visualiza, si quieres, lo que ocurre cuando esos picos de ira o miedo chocan con estos círculos concéntricos de amor. Las puntas afiladas se ablandan, suavemente, cada vez que entran en contacto, hasta que lentamente se desgastan y se suavizan formando un círculo.

Cuando hablo de ser frente a hacer, una de las mejores maneras en que puedes servir a otro ser es simplemente enviando esos círculos concéntricos de luz que suavizarán la ira o el miedo de otro ser. Estás en una posición, Carla, en la que la gente te escribe, así que es muy difícil enviar ese amor por correo y tener la seguridad de que lo sentirán. Puedes enviarlo y saber que algunos seres son capaces de sentirlo. Pero unas simples palabras tuyas: “Te quiero. Gracias por tu carta. Gracias”, algunos seres lo sentirían, pero otros lo malinterpretarían. Tienes razón.

Aquí debes hacerte dos preguntas: “¿A qué estoy respondiendo? ¿Cuál es la necesidad de ellos y qué estoy enviando?”. Cuando hay algún sentimiento de resentimiento o presión o incluso incertidumbre sobre la respuesta a esa carta, algo de eso se recibe no como un círculo de ablandamiento sino como pequeños picos. No estoy sugiriendo que tus cartas no sean amorosas y hábiles, pero realmente debes buscar cuidadosamente ese pequeño “debería” del que acabo de hablar, o cualquier agotamiento físico, para que esta carta sea creada con un amoroso deseo de servir.

La segunda pregunta es: “¿Cuál es la necesidad de ellos?”. Sabes que no puedes aprender por otro, y sin embargo eso es gran parte de tu dolor porque tienes mucha sabiduría. Te frustra que a veces compartas esa sabiduría y otros no puedan escucharte debido a sus propios miedos.

Tú preguntas, ¿es poco hábil querer llegar con amor a estas almas que acuden a ti en busca de ayuda? Primero asegúrate de que tu respuesta es puramente amorosa. Si hay alguna resistencia a responder, simplemente déjala para más tarde ese día o para otro día y entonces sabe que la respuesta viene de ese lugar puro de amor dentro de ti -un deseo de servir- y lleva una distorsión tan mínima como puedas manejar. Pregúntate: “¿De qué manera estoy tratando de cambiarlos, de hacer que me escuchen? ¿Hablo con una voz de amor y tranquilidad? Si hablo con amor y no me oyen, ¿está bien?”. Recuérdate a ti misma que no puedes aprender por ellos. Puedes abrir una puerta, pero no puedes empujarlos a través de ella.

Carla, en pocas palabras, tienes tendencia a querer resolver los problemas de los demás por ellos; y ésta es una de las cosas que te resultan más difíciles, porque sabes que eso no es algo que puedas hacer. ¿Puedes empezar a relacionarte con el origen de esa necesidad de resolver los problemas de los demás, de quitarles el dolor? ¿Puedes empezar a sentirte tan cómoda con tu propio dolor, y no me refiero al dolor físico, sino al dolor de tu propia existencia, que ya no necesites quitarles su dolor? ¿Puedes ver la lección que esto supone para ti: que a medida que encuentres una aceptación más profunda de ti misma, tu respuesta a los demás será cada vez más hábil; y que en lugar de necesitar cambiar las cosas, les ayudarás a encontrar una aceptación más profunda de sí mismos?

¿Lo entiende y hay alguna pregunta más?

Sí, pero primero tengo que pensarlo.

¿Hay alguna otra pregunta?

Sí. Siempre he tenido poca energía física y emocional. ¿Qué necesito aprender y cómo puedo trabajar para sanar eso en mí y servir mejor? Me da rabia no poder hacer todo lo que deseo. Luego me siento culpable porque estoy enfadada. Ayuda

Percibo una cantidad normal de energía dentro de ti, pero está parcialmente bloqueada debajo del chakra del corazón por la ira, así que el flujo de energía está restringido. Hablemos pues de la ira. Existe el malentendido de suponer que uno sólo tiene dos opciones para tratar la ira, o cualquier emoción fuerte: que uno la exprese y hable de ella, o que uno la reprima. Hay una tercera opción, y es simplemente notarla. Cuando notas algo en silencio y lo tocas con tu gentileza, muy a menudo se disuelve. Simplemente no tiene la misma solidez, el mismo control sobre ti. No es necesario que practiques tu ira, que la expreses verbalmente o a través de una práctica como arrojar almohadas. Esta práctica, en cierto sentido, aumenta la ira. Permite que el ser la reconozca; y para algunos seres que tienen muchos problemas para reconocerla, puede servir como un primer paso útil. Yo prefiero simplemente tratarla como se trata un dedo del pie que se ha golpeado.

¿Quieres hacer un experimento conmigo? Imagínate sentada en la cima de una montaña. Hace un día precioso. La vista es despejada. El sol brilla con un calor encantador, como un manto cálido sobre los hombros, y una brisa fresca te toca la cara. A lo lejos ves una nube, le das la espalda y vuelves a disfrutar de la vista. Esa nube se acerca, pero no te das cuenta en absoluto de su presencia hasta que, de repente, barre la cima de la montaña y te encierra completamente en ella, apagando el sol. No puedes ver tus manos a quince centímetros de tu cara. El aire está frío y húmedo. Hay una sensación de pánico, pensando: “¿Cómo encontraré el camino para bajar?”. Hay una sensación de rabia, de querer que esta nube desaparezca. ¿Puedes sentir esa necesidad de apartarla, sentir lo difícil que es sentarse ahí y dejar que esté ahí? ¿Puedes sentir lo fuerte que es la aversión hacia ella?

Vuelve otra vez a la soleada cima de la montaña y a la misma nube en la distancia. Disfruta de la vista y fíjate en la nube: “Se acerca una nube… umm, parece que llegará en diez o quince minutos. Bueno, aquí viene… uno o dos minutos más… Es una nube bastante grande y de aspecto muy denso. Creo que va a estar aquí durante media hora, tal vez incluso más. Quizás debería ponerme la chaqueta… y aquí viene”. Y de nuevo te envuelve por completo; y de nuevo no puedes ver tus manos delante de tu cara, y echas de menos el cálido sol y las vistas, y sientes frío y humedad. Pero la viste venir y sabes cuánto tiempo va a estar ahí. ¿Puedes ver lo fácil que es simplemente sentarse con ella y permitir su presencia, que ya no hay lucha contra ella; es sólo una nube? ¿Pueden sentir la diferencia?

Tu ira es así. Se vuelve sólida cuando luchas con ella, cuando tienes la sensación de necesitarla o de hacer que desaparezca o de hacer algo especial con ella. Cuando puedes simplemente permitir que pase como una nube y dejar de luchar con ella, entonces no hay necesidad de reaccionar. Ciertas condiciones hacen que surja la ira, se nota, y se disuelve y sigue su camino. El problema no es la ira, sino tu reacción ante ella. Eso es lo que solidifica la ira.

Entonces, ¿cómo se trabaja con esto? Se trata de una habilidad que puede desarrollarse y que consta de dos partes. Una es notar el surgimiento de la ira tan rápido como puedas, cada vez que surja, incluso empezar a notar las situaciones que pueden provocar la ira y decir: “Me pregunto si la ira surgirá a continuación”. Y la segunda es notar tu reacción ante la ira, preguntándote: “¿Hay juicio contra ella? ¿La odio? ¿O puedo simplemente contenerla, abrazándome a mí mismo como lo haría mentalmente con ese dedo del pie que me he hecho? ¿Puedo responder a esta ira como respondería a un niño que entrara llorando y diciendo: ‘Un matón me ha empujado’? ¿Le diría a ese niño: ‘Bueno, no te enfades’, o más hábilmente le estrecharía entre mis brazos y le diría: ‘Veo lo enfadado que te sientes’, y le aseguraría que sigue siendo amado a pesar del enfado, que el enfado no tiene nada que ver con su amabilidad, con la perfección de su alma?”.

Es tan fácil para todos ustedes tener compasión por los demás, pero no por ustedes mismos. Así que les pregunto, ¿pueden empezar a relacionarse con esta ira de una manera más abierta y amorosa? No estoy sugiriendo aquí que sea hábil andar por ahí enfadado; pero la ira surge, igual que llegan las nubes. Mientras estés aquí en un cuerpo físico, habrá sentimientos. Incluso el ser más evolucionado encarnado en un cuerpo humano sigue teniendo sentimientos, pero ya no hay apego ni aversión a esos sentimientos. Ya no hay necesidad de deshacerse de ellos o de luchar con ellos. Y es a través de esa relajación de la lucha que uno encuentra una paz más profunda. La ira y el amor no se excluyen mutuamente. Todo depende de cómo te relaciones con la ira.

En términos puramente prácticos, sugeriría que sería útil jugar a un juego contigo mismo para ayudarte a relajarte y a relacionarte con la ira de forma más amorosa y abierta. Llévate un cuaderno pequeño y, durante un día o varios, según te parezca práctico, cada vez que veas que surge la ira, apunta una línea. Sé un gato en la madriguera de un ratón y piensa: “¡Ajá! Ahí está la ira; la he cogido; esta vez la veo. Cada vez soy más rápido. Cada vez la veo más rápido”. A ver si te animas un poco: “¡Ah, aquí está la ira!”.

La segunda cosa que sugeriría que podría ser útil es empezar a observar el patrón de cómo te relacionas con tu enfado; empezar a notar, cada vez que notas que surge el enfado, esa vocecita que dice: “No debería enfadarme”, y preguntarle a esa voz: “¿Por qué no debería?”. Hay una gran diferencia [entre] utilizar tu enfado como una razón para actuar de forma poco hábil con otra persona y simplemente sentir enfado.

¿Tienen más preguntas?

[No hubo preguntas en este momento.]

Les agradezco a todos la oportunidad de compartir su amor y su luz. Por favor, sepan que mi amor está con ustedes, y que el amor y el coraje que aportan a su trabajo es verdaderamente una luz y una inspiración para todos los seres en todos los planos. Esto es todo.


  1. Barbara es sorda.