S: “Toda mi vida he lidiado con la ira, y con la sensación de no ser lo suficientemente buena. Siento la ira con mucha fuerza en [el trato con] mi madre y también la siento en [el trato con] mis hijos. ¿Cuáles son los principios espirituales que intervienen en el hecho de no sentirse “suficientemente bueno”, que acaba en ira? ¿Qué debo aprender de estos sentimientos? ¿Tiene esto algo que ver con la autoaceptación?”.

(Canalización de Carla)

Se nos conoce como el principio de Q’uo. El orador de esta noche es el conocido como Hatonn. 1 Los saludamos en el amor y en la luz del infinito Creador, en cuyo servicio venimos a ustedes este día. Gracias, mis hermanos y mis hermanas, por crear este tiempo sagrado para buscar la verdad. Es una alegría unirme a vuestro círculo de búsqueda y formar parte de esta sesión de trabajo. Agradecemos especialmente al conocido como S por solicitar información acerca de los sentimientos de indignidad e ira. Es un privilegio que se nos pida nuestra opinión y una alegría ofrecer nuestros humildes pensamientos.

Como siempre, pedimos a cada uno de los que lean o escuchen estas palabras que sean discriminatorios en lo que recojan y utilicen de las cosas que tenemos que decir. Sigan el camino de la resonancia y utilicen aquellos pensamientos que les resuenen, dejando el resto atrás. Eso nos permitirá sentirnos libres de ofrecer nuestras opiniones sin preocuparnos de que podamos infringir tu libre albedrío o perturbar el proceso rítmico de tu propia búsqueda.

Las emociones son muy, muy importantes en el proceso de llegar a conocerte a ti mismo y de convertirte en una persona autorrealizada, consciente de tu propia naturaleza sagrada. A menudo, los que pretenden ser buscadores serios restan importancia a las emociones. Esto se debe a que ven la superficialidad y la incoherencia de las emociones superficiales y creen que, al estar tan distorsionadas y desequilibradas, no tienen ninguna virtud, espiritualmente hablando.

Sin embargo, nuestra opinión es que las emociones superficiales son el comienzo de la entrada del individuo en su propia mente más profunda. Cada emoción es preciosa, tanto la más pesada como la más ligera, tanto la más oscura como la más alegre.

Las dos emociones de las que habla el conocido como S, la indignidad y la ira, forman parte de lo que la mayoría de los buscadores llamarían el lado oscuro o el lado sombrío del yo.

El buscador tiene la sensación de que no debería sentirse indigno. No debería estar enfadado. Sin embargo, las emociones surgen sin tener en cuenta si deben sentirse o no. Las emociones dicen una verdad dentro de la vida del buscador y son, por lo tanto, grandes regalos del yo al yo.

Las emociones comienzan con reacciones y respuestas impulsivas de gran colorido. Toman a uno por sorpresa. No están planificadas. Por eso llevan las verdades como un regalo. No puedes engañarte a ti mismo para sentir una emoción. Simplemente está ahí y la reconoces.

Sin embargo, las emociones no se quedan en la superficie para el buscador persistente que está dispuesto a permanecer y disfrutar de la compañía de estas emociones. Comienzan a tener una vida más profunda. A medida que uno siente estas emociones una y otra vez, surge la oportunidad, cada vez que la emoción se repite, de trabajar con esa emoción, abrazarla y honrarla y mirarla para ver de qué catalizador ha surgido.

Cuando uno es persistentemente intrépido con las emociones y es capaz de sentarse con el yo mientras experimenta una emoción fluyendo, hay una profundización gradual de esa emoción. Eventualmente, a medida que la repetición y el trabajo en conciencia con estas emociones comienzan a dar sus frutos, el buscador comienza a tener vislumbres de la emoción refinada y purificada que comenzó tan altamente coloreada. Y eventualmente esa emoción puede llevarlo a uno a la mente arquetípica, donde puede encontrarse la más profunda de las verdades.

En la mente arquetípica estas emociones fluyen como ríos subterráneos, desembocando en el mar de la dicha y el amor incondicional que es el principio y el fin de todo lo que es. A medida que se abren camino a través de la mente arquetípica, riegan los mitos que constituyen las raíces de la conciencia. Las historias de tu alma son emocionales y tienen una forma y una dirección. Ésta es la belleza de esa emoción superficial tan coloreada e incómoda que el buscador experimenta por primera vez.

Ciertamente el viaje desde descubrir que uno se siente indigno o se siente enfadado hasta el lugar donde uno abraza la indignidad y la ira y la ama incondicionalmente, es un largo viaje. Sin embargo, hermana mía, es un viaje que merece la pena y que tiene su dulzura. Porque cada vez que eres capaz de moverte hacia una posición de mayor comprensión de tus propios puntos desencadenantes y reacciones, has ganado parte de ese yo fragmentado que se ha perdido en el lado sombrío del yo. Y a medida que lo traes a la luz de tu propia atención, eres capaz de trabajar con él y ayudar a este sentimiento a madurar y comenzar a tener más y más claridad y pureza.

En otras palabras, estás refinando la áspera emoción superficial para que pueda penetrar más y más profundamente a través de las capas de enculturación, las suposiciones previas y todas las diversas capas de tu mente superficial y los dones que te han dado tu cultura, tus padres y tus maestros. En general, la verdad personal no reside en la cultura, los padres o los maestros y lo que tienen que decir. En su mayor parte, el buscador debe descubrir sus propias verdades y hacer de ellas un credo personal.

Por lo tanto, estas emociones, aunque no suelen ser agradables de experimentar, tienen un gran valor. Decimos esto porque queremos animar al buscador a trabajar con lo que siente, sin juzgarlo, sin condenarlo y sin ser indiferente a él, sino prestándole una atención respetuosa, investigándolo y explorándolo. Cada emoción, a la que se le da este honor y respeto, recompensará al buscador con un sentido cada vez mayor de seguridad en cuanto a quién es y por qué está aquí.

En cierto modo, al trabajar con las emociones, estás recuperando y reintegrando todo tu ser. Puedes pensar en tus emociones como en un tesoro. La emoción superficial te dice dónde está el tesoro y luego puedes sentarte con esa emoción y considerar cómo surgió. ¿Cuál fue el desencadenante? ¿Qué estaba ocurriendo cuando tuviste esa respuesta de sentirte indigno o enfadado?

A veces la respuesta es muy clara. Otras veces, la respuesta no está nada clara y entonces debes cavar como si buscaras un tesoro enterrado, rebuscando en tu memoria para encontrar otras ocasiones en las que tuviste la misma emoción. ¿Cuáles fueron entonces los desencadenantes? Compáralos con lo que ocurre en el presente y empezarás a ver un patrón que se repite. Empiezas a tener más sentido para ti mismo y empiezas a tener más conocimiento de cómo llegaste a ser la entidad que estás experimentando ahora mismo.

Esto es cierto para todas las emociones, positivas y negativas. Sin embargo, ahora nos gustaría reducir nuestra visión y hablar de estas dos emociones en particular y ofrecer algunos pensamientos en cuanto a su valor y su lugar en el desarrollo del buscador espiritual maduro.

Tomaríamos primero la indignidad, porque es la emoción más iniciática; es decir, es en respuesta a los sentimientos de indignidad que el buscador a menudo llega a estar enojado, y no al revés. Por lo tanto, examinaremos primero la indignidad.

Es una emoción muy común. Muchos buscadores, especialmente, tienen demasiada experiencia, dirían, de esta emoción. Ciertamente, este instrumento experimenta la indignidad con bastante frecuencia y sigue necesitando sentarse con esa emoción y abrazarla, para que pueda contar su historia y sentir que es aceptado.

Las raíces de la indignidad suelen encontrarse en la infancia. Dentro de la crianza de un buscador hay muchas veces que el buscador, como persona joven, escucha los regaños y las reprimendas y se le dice que es un ser indigno, que no lo ha hecho bien, que podría haberlo hecho mejor, que no hizo lo suficiente, y cosas de esta naturaleza. El yo joven está relativamente indefenso. Cree lo que oye y absorbe y asume esta información como si fuera la verdad.

El hecho de que no sea la verdad, espiritualmente hablando, es irrelevante para la psicología de cómo estas palabras, tan descuidadamente pronunciadas por padres, profesores y otras figuras de autoridad, se hunden en la psique y en la mente profunda.

Uno crece físicamente y las figuras de autoridad pueden o no seguir presentes para continuar diciéndole al buscador que es indigno. Sin embargo, estas voces se han interiorizado, de modo que aunque ambos padres ya no estén, como es el caso de este instrumento, sigue existiendo la capacidad de oír esa voz que dice: “Es un buen esfuerzo, pero habría sido mucho mejor si hubieras hecho esto y esto”, o que dice: “Eres torpe, estúpido, no has hecho lo suficiente”, etcétera.

Por lo tanto, ni siquiera es necesario que estas voces sigan teniendo vida fuera de la mente del buscador, pues se interiorizan de modo que brotan en la situación que desencadena el recuerdo de las veces en que estas palabras se han pronunciado antes.

Lo que generalmente desencadena un sentimiento de indignidad es un error o equivocación autopercibidos. Este instrumento, por ejemplo, a menudo olvida algo, e inmediatamente tiene una voz interiorizada que le dice: “¿Cómo es posible que lo hayas olvidado?”. Por lo tanto, se siente indigna.

Hay tantas formas como situaciones de descubrir que uno se ha equivocado. Cualquier número de cosas puede llevar al buscador al punto de ser provocado por ese sentimiento de indignidad.

Es especialmente doloroso porque un buscador es generalmente una persona muy orientada al servicio a los demás y, lejos de tener la intención de cometer un error, se ha esforzado mucho por hacerlo lo mejor posible, y siendo blando de corazón ha deseado complacer a la gente que le rodea. Cuando las personas no están satisfechas y no comprenden el regalo que se les hace y, en cambio, se lo echan en cara y dicen: “No es bueno, no es suficiente, está mal hecho, yo no necesitaba esto”, o palabras por el estilo, el desencadenamiento es automático. El buscador piensa para sí: “Me esforcé tanto y fracasé”.

Ahora bien, la habilidad consiste en aprender a interrumpir el proceso desencadenante. Uno no desea reprimir la emoción de la indignidad. El buscador hábil la acogerá, como acoge a todo catalizador, y la llevará al proceso de equilibrio, prestándole atención, incluso enfatizándola, y luego preguntándose: “¿Cuál es el opuesto dinámico de esta emoción?”.

En el caso de la indignidad, el opuesto es la valía y así, después de que uno ha experimentado la indignidad, uno espera su opuesto dinámico, todavía en meditación, y lo pide y lo invoca, y la valía entonces fluye en la conciencia con su propia información.

¿Por qué es digno el buscador? Porque el buscador es parte de todo lo que existe. Y todo lo que existe es amor incondicional. El valor del buscador, entonces, es infinito. No hay nada más que valor en la verdadera y profunda naturaleza del buscador. Sin embargo, si uno no tiene cuidado, cuando ha visto la valía, elige la valía por encima de la indignidad y, por lo tanto, emite un juicio sobre sí mismo. Y esto no es algo que fomentemos.

Más bien, te pedimos que veas con compasión el juego completo de la indignidad y la valía hasta que veas que ambas se mantienen en equilibrio dinámico dentro de tu naturaleza. Ambas tienen su bondad, porque te están enseñando lecciones que has venido a aprender. Si en verdad has venido a descubrir tu verdadero valor, no podrías empezar a pensar en ello sin antes sentirte indigno. Es como una alerta o una sirena que te despierta a esta cuestión dentro de ti, para que puedas trabajar con ella para llevarla al equilibrio que merece y necesita tener dentro de tu carácter.

Cuando una entidad no ha despertado no suele sentir el dolor de la indignidad en la medida en que lo siente un buscador cuando ha despertado y ha descubierto su verdadera naturaleza. Entonces, desea que todo lo que pase por su mente sean pensamientos de amor y luz, paz y dulzura. Y, sin embargo, la dinámica que lleva la molienda al molino y hace que la encarnación funcione no está servida por todos los buenos sentimientos que uno puede dar por sentados y sentirse muy bien y tranquilo, sino por esas emociones incómodas que le despiertan a uno de sus desequilibrios, para que entonces uno pueda volverse, moverse hacia ellos, recogerlos en sus brazos y llevarlos a su corazón abierto.

No estamos sugiriendo que, a lo largo de un periodo de tiempo, el trabajo con la indignidad haga que dejes de sentirte indigno. Puedes desenterrar detonante tras detonante tras detonante y, sin embargo, el caso general es que hay tantos detonantes enterrados en el suelo de la memoria de uno, de ocasiones pasadas de dolor que tienen que ver con la indignidad, que siempre habrá momentos de ser detonado y de sentirse menos que digno.

Si la naturaleza humana fuera perfectible, esto no sería así. Pero la naturaleza humana fue diseñada para ser imperfecta. Esto concede al ser humano la oportunidad continua de profundizar cada vez más para descubrir verdades cada vez más fundamentales sobre sí mismo.

Las energías del juicio tienen mucho que ver con la indignidad. E insistimos en que no es útil juzgarse a uno mismo. Más bien es útil tener compasión de uno mismo y prestarle atención. Cada emoción difícil es una llamada de auxilio. Es una llamada que va al interior del yo, a ese lugar donde puedes ser tu propia madre, tu propio padre, tu propio amigo, para que puedas curar las heridas del pasado y perdonar al yo y al otro yo que primero te ofreció estas heridas que te han dado tantos frutos y alimento para el pensamiento.

La ira es generalmente un subproducto del juicio, y por eso decimos que depende del sentimiento de indignidad. Diferenciamos entre la emoción de la ira justa, que está relacionada con un sentido de justicia y juego limpio, y la ira que surge aparentemente de la nada en respuesta a algo que alguien dice o a las pequeñas injusticias de la vida.

No es necesario que una persona experimente una relación con otra para sentir ira. La ira puede generarla uno mismo por sí solo, debido a la rica gama de desencadenantes que hay enterrados en las experiencias cotidianas. Digamos que uno tiene un martillo y un clavo y coge el martillo e intenta golpear el clavo, pero en lugar de eso se golpea el pulgar. La ira surge justo después del juicio. El primer sentimiento es un juicio instantáneo del yo: “No valgo, no puedo golpear el clavo”. Luego viene la ira. Tal vez el buscador ni siquiera sea consciente de ese juicio de indignidad que ha precedido a la ira, porque la ira surge tan rápidamente. Sin embargo, surge debido al autojuicio.

¿Sugerimos que uno se vuelve impermeable a la ira y ya no tiene ese impulso hacia la ira después de trabajar con la ira durante un largo período de tiempo? No, no sugerimos eso. Una vez más, la constitución humana es tal que siempre quedarán imperfecciones. No hay ninguna virtud en pensar: “Puedo eliminar esto de mi naturaleza. Puedo superarlo. Puedo elevarme por encima de esto”.

Hermana mía, nunca te sugeriríamos que te elevaras por encima de tu ira o de tu sentimiento de indignidad, porque eso sería dejar atrás una parte de ti misma. No es que seas un ser indigno o enfadado, sino que eso forma parte del conjunto completo de partes positivas y negativas, luminosas y oscuras, radiantes y magnéticas del ser. Y es todo tu ser lo que el infinito Creador ama por encima de todo; no el ser bueno o el ser digno o el ser pacífico, sino el ser que es todas las cosas dignas e indignas, pacífico y cualquier otra dinámica en la que se pueda pensar.

El Creador te ama tal como eres, y tu esperanza al trabajar con estas emociones es gradualmente llegar a un lugar donde tengas compasión, como el Creador tiene compasión, en esas porciones del yo que te preocupan de vez en cuando. No te disminuyen. No deberían avergonzarte de ninguna manera. Todos tus sentimientos son igualmente dignos y merecen ser respetados y atendidos.

Te pedimos que te cortejes como si fueras tu propio amante. Al principio el yo es tímido y tú, el sanador, debes decir: “Oh, por favor, no me ofenderé. Quiero oír hablar de tu indignidad. Quiero oír hablar de tu ira. Por favor, ven y cuéntame tu historia, te escucharé y no te juzgaré. Te amaré y tendré compasión de ti”.

Gradualmente, entonces, empiezas a crear para ti mismo la sensación de estar curado, de modo que cuando te desencadenan sabes que te han desencadenado y ya no te dejas llevar por los sentimientos superficiales. Tus sentimientos empiezan a tener profundidad porque tienes el impulso que se desencadena y luego tienes la conciencia que tanto te ha costado conseguir: “Ah, aquí está la indignidad. Ah, aquí está la ira”. Y amas tu indignidad, amas tu ira, amas las emociones que te hacen ser quien eres. Y el amor disuelve gradualmente la amargura que es tu reacción instintiva a estos impulsos superficiales que no te complacen como buscador espiritual y no parecen sonar verdaderos.

Te aseguramos, hermana mía, que siempre sonarás verdadera. Tus emociones siempre te dirán una verdad y siempre tienen dones en sus manos. Y cuando son amadas y comprendidas, te darán sus secretos y te mostrarán los lugares dentro de ti que necesitan sanación. Así que tómate en tus brazos cuando te sientas indigno o cuando te sientas enfadado y di: “Te quiero de todas formas. Te quiero con todo mi corazón. Eres mi amor. Eres mi amor. Déjame abrazarte y acunarte”. Y toda la amargura puede entonces derretirse gradualmente, de modo que aunque comprendas que tienes reacciones superficiales muy desiguales y a veces desequilibradas, también tienes compasión.

El proceso de trabajar contigo mismo es muy importante en el sentido de que una vez que has empezado a tener verdadera compasión contigo mismo, entonces y sólo entonces, puedes empezar a tener verdadera compasión por los demás con todos sus errores, autopercibidos y percibidos por ti. Cuando finalmente te hayas enamorado de ti mismo, entonces podrás enamorarte de los demás y verte a ti mismo y a todos los demás como chispas del infinito Creador.

Existes dentro de la tercera densidad en la oscuridad. Es un lugar de desconocimiento. El velo es pesado aquí. Cometerás errores una y otra vez y te sentirás indigno. Y te enfadarás una y otra vez. Y sin embargo, esto también es bueno. Esto también es útil. Esto también es molienda para el molino que crea el refinamiento de tu carácter y tu alma, para que empieces a ser más y más transparente -no que hayas superado el sentirte enojado o indigno, sino que veas a través de estas emociones superficiales la belleza de tu ser profundo y empieces a tener una confianza real en ese ser profundo que va más allá del vaivén de las olas superficiales de la vida diaria. Esta transparencia hace de ti un faro cada vez mejor.

Nunca dejarás de ser imperfecto en tercera densidad, pero a medida que tienes compasión de ti mismo te vuelves transparente a estas imperfecciones. Tu fe en tu ser más profundo te libera de contraerte alrededor de estas emociones negativas. Puedes dejarlas ir.

[Termina el lado uno de la cinta.]

(Carla canalizando)

Puedes empezar de nuevo. Y mientras tanto la energía del infinito Creador que está fluyendo a través de tu cuerpo energético en cantidades infinitas tiene un camino despejado a través de ti, para que irradies luz al mundo, no desde ti mismo sino a través de ti mismo.

Este instrumento nos informa que el giro de la grabadora es una señal para que nos alejemos de la pregunta principal y consideremos otras preguntas. Podemos pedir al conocido como Jim que lea la segunda pregunta en este momento. Somos los de Q’uo.

[Leyendo la pregunta de S.]

“Tengo tres hijos: dos niñas y un niño. ¿Cuáles son los principios espirituales implicados en mi relación con ellos?”

Somos los de Q’uo, y estamos al tanto de tu pregunta, hermana mía. El principio espiritual involucrado en tener hijos es el del guardián y amante que ve la belleza de estos niños que han sido regalos del Creador para ella. Los niños son para los padres una oportunidad de compartir y estar al servicio de otra entidad de una manera muy especial.

Como madre, hermana mía, conoces mejor que nadie la total indefensión de tus hijos cuando llegaron a ti por primera vez. No podían hablar ni moverse por sí mismos. Tuviste que alimentarlos y mantenerlos limpios y calientes y ofrecerles un entorno en el que se sintieran felices y seguros. Y has aprendido más sobre el servicio a los demás de tu relación con ellos que probablemente de cualquier otra relación en tu vida. Han sido, por tanto, tus mayores maestros.

Tal vez te preguntes cómo los has amado. Sin embargo, te aseguramos, hermana mía, que los has amado muy bien. Y los sigues amando muy bien con todo tu corazón. Tal vez sientas que has sido imperfecta al expresar ese amor. Y sin embargo, siempre les has dado lo mejor y lo más elevado de ti, y esta es tu esperanza en este momento de continuar.

En consecuencia, os decimos que el principio espiritual implicado es el del servicio a los demás. Habéis tomado entidades que hicieron un acuerdo con vosotros, antes de que cualquiera de vosotros entrara en encarnación, de que tendríais esta relación especial. Y has hecho y sigues haciendo todo lo posible para ofrecerles todo el amor de tu corazón. Tu mayor regalo para ellos es este simple amor incondicional.

Naturalmente, ha sido necesario enseñarles las costumbres de la cultura para protegerles, para que supieran cómo comportarse cuando estuvieran con otras personas. Y esto, sin duda, te ha hecho entrar en conflicto con ellos una y otra vez. Sin embargo, te aseguramos, hermana mía, que una de las formas en que el amor sirve a un alma joven es indicando dónde están los límites, dónde están los principios que fundamentan la interacción humana.

Si les hubieras dado absolutamente todo lo que te pedían, si hubieras dicho que sí a todo lo que te pedían, no les habrías dado tu sabiduría. Y, hermana mía, ellos necesitan tanto tu sabiduría como tu amor.

Criar a un hijo es algo muy delicado. No se puede criar a dos niños de la misma manera. Cada entidad es su propia entidad. Lo que funciona con una personalidad no funciona con otra. Y así, ha habido muchas veces en las que te has preguntado si estabas haciendo lo correcto. Y, sin embargo, te decimos que si puedes mantener tu intención de dar lo mejor de ti, entonces has hecho lo correcto.

Por encima de todo, el principio implicado en estar al servicio de los demás es ofrecer ese regalo que das con amor. Y, hermana mía, tú lo has hecho muy bien y continúas haciéndolo con todo tu corazón. No puede evitar a veces parecer sentenciosa, y acabamos de decirle que no es bueno ser sentencioso. Y sin embargo, cuando estás guiando a un espíritu en desarrollo, es bueno tener esos momentos de decir: “Esto no es bueno, esto no es útil, esto no es provechoso”, y así sucesivamente. Pero intenta siempre, hermana mía, decir lo que tengas que decir y hacer lo que tengas que hacer desde un lugar de amor incondicional y compasión.

¿Podría el conocido como Jim leer la siguiente pregunta? Somos los de Q’uo.

[Leyendo la pregunta de S.]

“A veces tengo la sensación de que mi hijo ve algo que yo no veo, tal vez del mundo invisible. Esto le asusta y no quiere hablar de ello. ¿Puede confirmarlo? ¿Cómo puedo ayudarle a no tener miedo?”.

Somos los de Q’uo. Y sí, hermana mía, podemos confirmarlo. Cuando un niño es psíquico, o cuando cualquier entidad es psíquica, puede ser algo perturbador y aterrador. Otros a su alrededor no están experimentando lo que él experimenta. No tiene un marco real para comprender su experiencia. Es una reacción natural sentir miedo cuando se experimenta lo desconocido.

Puede ayudarle a entender cómo se siente si piensa en una entidad que ha tomado una droga o que ha bebido demasiado alcohol y, debido a la alteración de la conciencia, ha tenido una conciencia que normalmente no tendría. Esta entidad lo llamaría un “mal viaje”.

Cuando una entidad tiene un mal viaje siente miedo y se contrae en torno a ese miedo. Es el miedo a lo desconocido. Es el miedo a algo que no comprende. Naturalmente, por parte de su hijo y por parte de todos aquellos que por naturaleza son ultrasensibles y perciben los mundos invisibles, puede ser una fuente continua de malestar e incomodidad.

En primer lugar, lo que puedes hacer para responder a su necesidad es tranquilizarle y tratar estas cosas como algo normal. Si no habla de ellas y no quiere hablar de ellas, no puede tranquilizarle verbalmente. Pero siempre puedes mantener una calma uniforme que no cambie porque él pueda estar experimentando lo que no entiende. Y eso en sí mismo es tranquilizador.

Si un padre reacciona a algo que percibe en el niño con miedo o preocupación, el niño lo siente y lo proyecta en lo que está percibiendo, agravando así su malestar. Pero cuando no percibe nada más que un amor y una paz continuos por parte de sus padres, sabe que, en el fondo, todo va bien, aunque no comprenda lo que le ocurre.

A medida que esta joven entidad crezca, sin duda empezará a hablar más de esto, si no contigo, con otra persona. Si decide empezar a hablarte de lo que no entiende, entonces puedes compartir con él tu comprensión de los mundos invisibles y de que son una parte tan real de las cosas como los mundos que se ven; son sólo el otro lado de las cosas. Existe el mundo físico del espacio/tiempo y existe el mundo metafísico del tiempo/espacio, y es tan natural para una entidad experimentar las cosas en el tiempo/espacio como en el espacio/tiempo.

Sin embargo, normalmente el espíritu no despierto no experimenta el tiempo/espacio. En consecuencia, esta joven alma no tiene con quién hablar. Esté allí cuando él desee hablar, y continúe tranquilizándolo en silencio hasta el momento en que comience a comunicarse.

Como esta entidad es cada vez más capaz de usar su intelecto y absorber información de esta naturaleza, puede ser útil dejar caer pequeñas semillas teniendo libros cerca y hablando de ellos, para que pueda elegir, en el momento que le parezca correcto, empezar a leer sobre estos mundos invisibles y empezar a explorar por sí mismo lo que le está ocurriendo. Es posible que pueda hacer el trabajo de llegar a comprender su don por sí mismo. Dejar los libros donde tenga acceso a ellos será de gran ayuda.

¿Podemos pedir la siguiente consulta?

[Lectura de la pregunta de S.]

“Tengo un trabajo especialmente difícil, que no me gusta, pero que necesito para pagar las facturas. Como no es la primera vez que me enfrento a un trabajo difícil, me esfuerzo por ver cuáles son mis lecciones, pero sigo confundido. ¿Puede Q’uo ofrecerme algunas sugerencias sobre cómo trabajar con este catalizador?”.

Somos los de Q’uo, y estamos al tanto de tu consulta, hermana mía. Tal vez, hermana mía, conozcas el concepto del cuerpo energético con sus siete chakras. Cada chakra tiene sus propios dones y su propio tipo de energía. Y los siete chakras son igualmente importantes en el equilibrio de todo el cuerpo energético. Naturalmente, uno quiere que un cuerpo sea fuerte en todo su sistema. Por ejemplo, no querrás que tus pies sean débiles pero que tu mente sea fuerte. No querrás que tus manos sean débiles, pero que tus hombros sean fuertes, y así sucesivamente.

Quieres que todas tus energías estén en equilibrio y en estado de salud. Por lo tanto, deseas que tu rayo rojo sea fuerte, con sus temas de sexualidad y supervivencia. Del mismo modo, deseas que tu rayo naranja sea fuerte, con sus temas de relación de uno mismo con uno mismo y las relaciones que tienes con los demás, uno a uno. Y quieres que tu rayo amarillo sea fuerte, con sus temas de relaciones de grupo, como la familia biológica, la familia matrimonial y la familia laboral.

La cuestión del trabajo, entonces, es la que tiene que ver con tu rayo amarillo. Dentro de tus elecciones antes de venir a la encarnación estaba incluida la elección de cómo te irían las cosas en el trabajo. Has elegido fortalecer tu rayo amarillo teniendo situaciones que no son subjetivamente percibidas como ideales en tu lugar de trabajo.

Del mismo modo, has trabajado con las energías de la familia biológica y la familia matrimonial, y éstas también han sido algo difíciles de vez en cuando. Estas dificultades están ahí para que puedas trabajar con ellas y fortalecer tu ser por tu persistencia en estar dispuesto a tratar con estas emociones difíciles que surgen de las situaciones menos que ideales en la familia biológica, la familia matrimonial y el trabajo.

Como tu madurez te ha alejado de la experiencia directa con la familia biológica y como la vida también te ha llevado más allá de tener que tratar con los aspectos más difíciles de la familia matrimonial, es hora ahora en tu encarnación de que las dificultades se centren en la familia laboral.

¿Cómo puedes ser más hábil para animarte a ver estas dificultades como los agentes de la madurez, aquellos agentes que te ayudarán a hacerte más fuerte en tu rayo amarillo? Cada entidad debe trabajar con esto por sí misma. Y quizás sea suficiente para nosotros decirte que mientras continúes buscando ver al Creador en cada entidad que encuentres, no puedes equivocarte.

Esta entidad se pregunta a menudo: “¿Dónde está el amor en este momento?”. Hermana mía, cuando te preguntas: “¿Dónde está el amor en este momento?”, en lo que concierne a tu entorno de trabajo de rayos amarillos, puedes descubrir que el amor en este momento debe venir de ti. Por lo tanto, véase a sí misma como una criatura de amor que es fiel y confiada, porque sabe que esta situación le ha sido dada para que pueda crecer y hacerse más fuerte, más sabia y más amorosa.

Nos damos cuenta de que no hay forma de comportarse en un sentido ideal en todo momento, especialmente cuando, como se le expresó a este instrumento en la ronda [discusión] que precedió a esta meditación, hay que pagar las facturas, y el entorno laboral ha prometido dar el pago por el trabajo realizado y no lo ha ofrecido. Esto crea una crisis en la vida cotidiana. Hay responsabilidades que cumplir. Hay niños de por medio.

Hermana mía, en primer lugar, es el momento de ser prácticos y plantearse encontrar una forma de pagar las facturas en la que, cuando el trabajo esté hecho, el pago por el trabajo esté ahí.

Pero en segundo lugar, este es un momento para invocar la fe, porque en verdad el Creador proporciona lo que se necesita para hoy, así que cuando hay esa sensación de no tener suficiente, te pedimos que te centres en aquellas cosas que tienes tan ricamente, aquellas cosas que son suficientes para hoy. Empezad a trabajar para seguir dando gracias, y para regocijaros y tener la conciencia de la abundancia. Porque ésta también es una lección del rayo amarillo: que hay abundancia, pero sólo para hoy.

En la oración llamada El Padre Nuestro por este instrumento, está la petición y la súplica, “Danos hoy nuestro pan de cada día”. Enfóquense en este concepto de regocijarse en lo que uno tiene hoy y alabar la abundancia de hoy. Y de esa manera, vendrá a ti una mejora de la situación que ahora experimentas, si no en el mundo exterior, ciertamente en el mundo interior de tu propia realización. Como buscador, es esta realización la que estás trabajando para refinar.

Ha sido una alegría estar con este grupo y agradecemos al conocido como S y a todos los que están sentados en el círculo este día por ofrecernos la oportunidad de hablar con ustedes sobre estos temas.

Sin embargo, la energía de este instrumento disminuye y en este momento nos despedimos de este instrumento y de este grupo, expresando una vez más nuestra gratitud y nuestro placer de formar parte de la belleza de este espacio sagrado. Os damos las gracias y os ofrecemos nuestro amor, nuestro apoyo y nuestro aliento. En cualquier momento que deseéis nuestra presencia sólo tenéis que pedirla y estaremos con vosotros.

Nos conocéis como los de Q’uo. Os dejamos en el amor y en la luz del infinito Creador. Adonai. Adonai vasu.


  1. El principio de Q’uo está formado por tres grupos: Hatonn, Latwii y Ra. Normalmente, el orador del principio es Latwii. Ocasionalmente, Hatonn es el orador, como en esta sesión. Ra nunca es el orador.